La zona de acceso a los quirófanos se dotará con máquinas expendedoras de zuecos limpios de uso diario y de pijamas que sustituyen a los de tela.

El hospital de Cabueñes está llevando a cabo la implantación de un nuevo sistema para equipar de vestido y calzado al personal del área quirúrgica. Un programa que persigue reducir la contaminación dentro de una zona tan sensible como la de quirófanos y reducir también la infección asociada a los cuidados quirúrgicos. El programa está envuelto en la complejidad derivada de tener que considerar el suministro a diario de calzado y pijamas -que a partir de ahora serán no textiles y desechables- para más de un centenar de personas, que son los trabajadores que se calcula que pasan cada día laborable por los cuatro bloques quirúrgicos del hospital gijonés, donde al año se resuelven más de 8.000 operaciones.

«Eso supone unas 30.000 equipaciones al año», tal como indica Juan José Alonso, subdirector de gestión de Cabueñes.

El plan tiene en marcha dos acciones en paralelo. La primera, que ya ha entrado en funcionamiento -es pionera en la región y ha despertado el interés de otros hospitales- es la colocación de una máquina dispensadora de zuecos en la zona de acceso al bloque quirúrgico de la tercera planta. Máquinas idénticas deberán situarse en los otros tres accesos a quirófanos. El personal puede así disponer a diario de zuecos embolsados, lavados y sometidos a un sistema antibacteriano y de esterilización. Sólo hace falta que el usuario se identifique con su tarjeta del hospital en el lector de la máquina. El método, de paso, supone un freno para que los no autorizados entren en zona sensible. Acabado el uso, antes de salir del área el personal deposita los zuecos en cubos para ser enviados a diario a la lavandería.

La segunda acción, que está en fase de resolución del concurso de suministro, supondrá la incorporación de máquinas similares de las que extraer ropa quirúrgica. Prendas que ya no serán de tela para ser lo que se conoce como «tejido sin tejer», y cuya implantación está recomendada internacionalmente por su seguridad.

«La idea surgió en el contexto de la estrategia de atención al paciente quirúrgico y se trata de buscar fórmulas que minimicen las contaminaciones en quirófano, sobre todo por aspergillus. Y como fórmula para que las esporas de aspergillus no se vayan arrastrando en los zuecos del personal se pensó en extremar las medidas para que el calzado que entre en zona quirúrgica esté recién lavado y sea de uso exclusivo para ese entorno», explica Gerardo Rubiera, médico responsable de prevención en el hospital gijonés. Por lo que respecta al cambio de ropaje por pijamas desechables no textiles, Rubiera explica que «este tipo de tejido, aparentemente más débil, protege mejor porque no deja pasar fluidos, es más impermeable que la tela y tiene más posibilidad de reducir infecciones».

Rubiera sostiene que la clave de este proyecto es la de poner freno a las «falsas seguridades» que daban determinados hábitos que no se consideran de riesgo, pero que puede entrañarlo. Por ejemplo, el que «el personal guardaba en su taquilla la equipación que usa en la zona de quirófanos, pero ese calzado podía tardar en lavarse, o con él podías haber salido a la zona de hospitalización a informar a las familias, o a coger el ascensor… Los trabajadores tienen una percepción de seguridad porque están vestidos con ropa de trabajo, no con sus vaqueros o sus zapatos de calle, pero en realidad podían haber estado circulando por zonas que no tienen los mismos protocolos de limpieza que una zona de quirófanos».

La máquina que ahora está en pruebas, y que ha sido diseñada específicamente por la empresa Eureka de Mieres bajo las indicaciones del personal de Cabueñes, tiene una capacidad para 48 pares de zuecos, que se distribuye por colores según el número de pie de los usuarios. Para determinar las necesidades de suministro «se hizo un estudio entre el personal, y se vio que había que tener zuecos disponibles desde la talla 35 a la 46, así como el porcentaje de necesidades según las tallas», explica David Martínez Lagarejos, jefe de celadores de Cabueñes. El sistema implantado permite tener un control al momento del servicio que está dando la máquina, lo que implica ordenar la reposición de calzado más de una o dos veces al día si se considera necesario. La máquina está diseñada de forma que debería permitir la conexión con los futuros equipos de dispensación de uniformes, con lo que se podría gestionar conjuntamente toda la indumentaria del personal de quirófano, explican en el SESPA.

«Es un sistema muy ágil y puede tener ventajas. Las primeras respecto a la seguridad del paciente, pero también de control de usos y gasto, porque sabemos que al año servimos una cantidad de equipaciones a personal que no es del SESPA, que es de empresas externas autorizadas, y quizá la sanidad pública no debiera correr con ese gasto. También permite la restricción de accesos a esa zona sensible», sostiene Alonso. Y el coste «no debería ser mayor del que ya asumimos; pensamos incluso en ahorros», advierte.

Fuente: La Nueva España.

4 de enero de 2015